Cruzarse de piernas es una postura común adoptada por muchas personas durante su jornada laboral o en momentos de descanso. Este gesto, que puede parecer inofensivo, genera interrogantes sobre los efectos que puede tener en la salud cuando se convierte en un hábito diario. Sentarse con las rodillas cruzadas de manera habitual puede afectar tanto como otras funciones corporales. Diversos estudios y expertos en fisioterapia advierten sobre las consecuencias que esta posición puede provocar si se mantiene de forma prolongada.
La pregunta que surge es: ¿es bueno sentarse cruzado? Esta postura se puede adoptar de dos maneras habituales: cruzando una rodilla sobre el tobillo o cruzando las piernas por las rodillas. Los especialistas señalan que cruzar las piernas por la rodilla impacta más negativamente que hacerlo por el tobillo, ya que aumenta la desalineación de las caderas y altera la circulación sanguínea en las extremidades inferiores. La literatura médica sugiere que esta posición incrementa la probabilidad de alteraciones en la presión arterial y la aparición de coágulos, entre otros efectos adversos. Además, cuanto mayor sea la frecuencia y el tiempo que se mantenga esta posición, más probable será que ocurran cambios en la longitud muscular y en el alineamiento de los huesos pélvicos.
A pesar de los riesgos asociados, existen beneficios específicos en ciertas circunstancias: cruzar las piernas puede ser útil para nivelar la pelvis, especialmente si una pierna es más larga que la otra. Algunas investigaciones también concluyen que esta postura puede disminuir la actividad en ciertas áreas y mejorar la estabilidad de las articulaciones sacroilíacas, lo que podría considerarse una ventaja en casos puntuales.
El impacto de esta postura en el cuerpo es directo. La evidencia destaca que la posición cruzada obliga a la columna a compensar para sostener el centro de gravedad, lo que puede desencadenar desajustes en la región lumbar, cervical y en los hombros. El fisioterapeuta español Alberto Camacho remarca que este gesto promueve descompensaciones, afirmando que “al lateralizar mucho el cuerpo” se observa un debilitamiento de los glúteos de un lado y una tendencia al desarrollo de escoliosis y desequilibrios musculares en la zona lumbar.
Además, la postura prolongada puede causar compresión del nervio peroneo, ubicado en la parte inferior de la pierna, lo que puede manifestarse como debilidad en el pie y sensación de adormecimiento. En el caso específico de los hombres, se ha observado que esta posición puede elevar la temperatura de los testículos, lo que podría reducir la calidad y cantidad de esperma. En términos de molestias musculares, se asocia con el síndrome de dolor trocantérico, que afecta la cadera y el muslo.
Para prevenir estos problemas, los especialistas en rehabilitación y ergonomía recomiendan mantener una postura adecuada frente al escritorio. Alberto Camacho recordó que es fundamental que ambas piernas estén apoyadas en el suelo y que la espalda esté recta, con el respaldo de la silla favoreciendo la alineación y distribuyendo el peso de manera equitativa. Es importante cambiar de posición con regularidad para evitar la sobrecarga de los músculos. Levantarse periódicamente, realizar breves caminatas y hacer ejercicios de estiramiento son estrategias recomendadas para contrarrestar los efectos negativos de la sedestación.
Los factores de riesgo como el sedentarismo y la obesidad pueden potenciar los problemas derivados de cruzar las piernas, por lo que mantener un estilo de vida activo resulta fundamental. Ajustar las rutinas posturales a lo largo del día ayuda a prevenir lesiones, según lo recomiendan los especialistas.


