
Una “crisis sanitaria silenciosa” es denunciada por organizaciones ambientales y gestores de agua potable rural en Curarrehue, región de La Araucanía, debido al vertimiento histórico de aguas servidas al río Trancura. Desde hace más de cuarenta años, las aguas residuales de Curarrehue se vierten directamente al río Trancura, sin que hasta la fecha se haya implementado una planta de tratamiento de aguas servidas.
Manuel Antonio Esparza, presidente del Comité de Agua Potable Rural de la zona, ha manifestado que la comuna enfrenta una “crisis sanitaria silenciosa” por la falta de inversión y gestión por parte de las autoridades. En la actualidad, Curarrehue dispone de 760 arranques de agua potable urbana, pero carece de un sistema adecuado para el tratamiento de las aguas residuales.
Se han identificado siete descargas directas al río Trancura, varias de las cuales se encuentran en proximidad a áreas habitadas y espacios públicos, como el estadio y el consultorio local. Los residentes de estas áreas deben lidiar con malos olores y la proliferación de plagas. A pesar de que en 2020 la comuna fue declarada como zona de emergencia sanitaria, Esparza sostiene que no se han logrado avances significativos en la solución del problema.
El dirigente ha propuesto alternativas más modernas y económicas para abordar la situación, como un sistema de tratamiento denominado “Electroril”, que tendría un costo aproximado de 1.200 millones de pesos y podría estar operativo en un plazo de seis meses. Sin embargo, lamenta que “no ha sido escuchado” en sus propuestas.
Por su parte, Sebastián Arredondo, director de la Fundación Humedales, ha criticado la falta de acción por parte de la administración municipal y las autoridades, quienes no han llevado a cabo la gestión necesaria. Arredondo ha documentado en redes sociales el vertimiento de desechos fecales directamente al río Trancura, acumulando cientos de interacciones, pero señala que estas acciones no han tenido repercusiones efectivas.
El director también ha indicado que en la zona, la población parece estar “acostumbrada” a vivir en estas condiciones, sin una plena conciencia del impacto ambiental que esto genera en su entorno.
Nuevamente, Esparza ha cuestionado el desinterés estructural hacia Curarrehue, señalando que los recursos y la atención suelen concentrarse en comunas vecinas como Pucón y Villarrica. Por ello, ha expresado la necesidad de presionar para que el plan de descontaminación que está por entrar en vigencia se enfoque en aquellos que son los principales contaminantes del lago, pero que también son los últimos en ser considerados.