
El dengue, transmitido por mosquitos, causa fiebre y puede ser mortal. Aprende sobre síntomas, prevención y tratamiento en zonas afectadas.
El dengue es una enfermedad viral que se transmite a través de la picadura de mosquitos infectados, y se presenta principalmente en regiones tropicales y subtropicales del planeta. Esta enfermedad puede manifestarse de manera leve, provocando fiebre alta y síntomas que se asemejan a los de la gripe. Sin embargo, existe una forma más grave de dengue, conocida como “fiebre hemorrágica del dengue”, que puede causar hemorragias intensas, una caída repentina de la presión arterial, y en casos extremos, la muerte. Cada año, se reportan millones de casos de dengue en todo el mundo, siendo más prevalente en el sudeste asiático, las islas del Pacífico occidental, América Latina y África. Recientemente, la enfermedad ha comenzado a extenderse a nuevas áreas, incluyendo brotes locales en Europa y Estados Unidos.
Los investigadores están trabajando activamente en el desarrollo de vacunas contra el dengue. Actualmente, la vacuna más comúnmente utilizada es Dengvaxia, que ha sido aprobada para su uso en personas de entre 9 y 45 años que hayan tenido al menos una infección previa por el virus del dengue. Esta vacuna se administra en tres dosis a lo largo de un período de 12 meses. Es importante destacar que Dengvaxia solo está aprobada para aquellos que tienen antecedentes documentados de infección o que han realizado un análisis de sangre que confirme su seropositividad. Aquellos que no han tenido una infección previa (seronegativos) corren un mayor riesgo de sufrir complicaciones graves si reciben la vacuna. Dengvaxia no está disponible para viajeros ni para aquellos que residen en el territorio continental de Estados Unidos. Sin embargo, en 2019, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos aprobó su uso en 16 territorios de EE. UU., incluyendo Samoa Americana, Guam, Puerto Rico y las Islas Vírgenes de EE. UU.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) enfatiza que, aunque la vacunación es una medida eficaz, no debe ser la única estrategia utilizada en áreas donde el dengue es endémico. La prevención del dengue se centra en evitar las picaduras de mosquitos y en tomar medidas para reducir la población de estos insectos. Para aquellos que viajan a áreas donde el dengue es común o que residen en estas zonas, se recomienda permanecer en ambientes con aire acondicionado o bien protegidos con mosquiteros, usar ropa que ofrezca protección y aplicar repelente de insectos.
El dengue es causado por uno de los cuatro serotipos del virus, y la transmisión ocurre cuando un mosquito pica a una persona infectada, adquiriendo el virus. Posteriormente, el mosquito puede transmitir el virus a otra persona a través de su picadura. Una vez que una persona se recupera de una infección por dengue, desarrolla inmunidad a largo plazo contra el serotipo específico que la infectó, pero puede volver a infectarse con otros serotipos del virus. La probabilidad de desarrollar formas graves de la enfermedad aumenta si una persona ha sido infectada previamente por un serotipo diferente.
Los síntomas del dengue suelen aparecer entre 4 y 10 días después de la picadura de un mosquito infectado. La fiebre puede alcanzar hasta 104 grados Fahrenheit (40 grados Celsius) y se acompaña de otros síntomas como dolor de cabeza, dolores musculares y articulares, náuseas, vómitos, dolor detrás de los ojos, glándulas inflamadas y erupciones cutáneas. La mayoría de las personas se recuperan en aproximadamente una semana, aunque en algunos casos la enfermedad puede empeorar y volverse mortal. La forma grave del dengue se caracteriza por el síndrome de choque, que daña los vasos sanguíneos, provoca fugas y disminuye la cantidad de plaquetas en la sangre, lo que puede llevar a un estado de choque, insuficiencia orgánica y, en casos extremos, a la muerte.
Los síntomas de alerta que indican una forma grave de dengue incluyen dolor abdominal intenso y persistente, sangrado de encías o nariz, presencia de sangre en la orina o las heces, vómitos con sangre, y moretones o manchas en la piel. También pueden presentarse dificultad para respirar, respiración rápida, fatiga e irritabilidad. Las mujeres embarazadas que contraen dengue pueden transmitir el virus a su bebé durante el parto, lo que puede resultar en complicaciones como parto prematuro, bajo peso al nacer y sufrimiento fetal.
El diagnóstico del dengue puede ser complicado, ya que sus síntomas pueden confundirse fácilmente con los de otras enfermedades como chikungunya, Zika, malaria o fiebre tifoidea. Un médico probablemente preguntará sobre los viajes recientes del paciente y cualquier contacto que haya tenido con personas infectadas. Para confirmar el diagnóstico, se pueden realizar análisis de laboratorio que busquen evidencia del virus.
No existe un tratamiento específico para el dengue, pero es fundamental mantenerse bien hidratado durante la recuperación. Se debe buscar atención médica inmediata si se presentan signos de deshidratación, que pueden incluir disminución de la producción de orina, falta de lágrimas, boca y labios secos, letargo, confusión, y extremidades frías y húmedas. El acetaminofén (Tylenol y otros) puede ser útil para aliviar el dolor muscular y la fiebre, pero se deben evitar analgésicos como la aspirina, el ibuprofeno (Advil, Motrin IB) y el naproxeno sódico (Aleve), ya que pueden aumentar el riesgo de sangrado.
Es importante consultar a un médico si se ha estado en una zona donde el dengue es endémico y se presentan síntomas de advertencia, como dolor abdominal, vómitos, sangrado de encías o nariz, o sangre en el vómito o las heces. Para prepararse para una consulta médica, se recomienda anotar la información personal relevante, hacer una lista de todos los medicamentos que se están tomando y formular preguntas sobre los síntomas, las pruebas necesarias, los tratamientos disponibles y el tiempo estimado de recuperación.