La inteligencia artificial (IA) se presenta como una herramienta valiosa en el ámbito judicial, pero no puede reemplazar la labor del juez humano, según expertos en el tema. Esta afirmación resalta el riesgo de que la jurisprudencia se “congele” si se confía demasiado en los algoritmos, que operan basándose en decisiones pasadas y no están diseñados para adaptarse a cambios en la interpretación de la ley.
La IA en el sistema judicial utiliza algoritmos que recopilan y analizan jurisprudencia para ofrecer soluciones basadas en casos anteriores. Aunque esta capacidad puede ser beneficiosa, también plantea peligros, especialmente si las leyes o las interpretaciones judiciales evolucionan. En tales casos, las respuestas automáticas generadas por la IA pueden quedar obsoletas, lo que subraya la necesidad de que los algoritmos se ajusten a los nuevos enfoques y decisiones de tribunales superiores.
La jurisprudencia es dinámica y se transforma con el tiempo, influenciada por nuevos aportes doctrinarios y decisiones de cortes de otros países. Por lo tanto, es crucial que los algoritmos que apoyan a los jueces y abogados se actualicen para reflejar estos cambios, evitando que la justicia se convierta en un proceso rígido y estático.
La fortaleza de la IA radica en su capacidad para localizar precedentes de manera rápida, pero su debilidad se manifiesta cuando se requiere un cambio de criterio. Por esta razón, no se debe considerar la posibilidad de una “justicia automática” o de un “juez robot”. La IA debe desempeñar un papel de apoyo, facilitando la labor de jueces, fiscales y abogados, sin generar dependencia ni sustituir el razonamiento humano.
Desde esta perspectiva, se reafirma la importancia del juez humano en el proceso judicial. La tecnología debe servir para informar y organizar la información, pero no para tomar decisiones por sí misma. La IA solo puede presentar lo que se ha dicho hasta el momento, reconociendo que esos criterios pueden cambiar con el tiempo.
Es fundamental que un algoritmo que haya sido efectivo en un momento dado no limite la evolución de la jurisprudencia. La adaptación de los algoritmos a los cambios en el sistema judicial es esencial para que la justicia pueda responder a nuevas realidades sociales. En conclusión, la inteligencia artificial no puede alterar la esencia de la función judicial, ya que la decisión final y la fundamentación de una sentencia siguen siendo responsabilidad del juez.

