La destitución de Eduardo Bolsonaro de la Cámara de Diputados de Brasil resalta su creciente aislamiento político tras un elevado ausentismo.
La decisión, anunciada por el presidente de la Cámara baja, Hugo Motta, se produce en un contexto complicado para el entorno del ex presidente Jair Bolsonaro, quien actualmente se encuentra encarcelado por su implicación en un intento de golpe de Estado. Eduardo Bolsonaro, de 41 años, fue apartado de su cargo debido a que su asistencia a las sesiones parlamentarias fue inferior al 20%, superando el límite permitido por el reglamento interno de la Cámara. Motta explicó que “como todos saben, él vive en el extranjero por su propia decisión. No ha asistido a las sesiones de nuestra cámara, y es imposible ejercer el mandato legislativo si esa persona no está en nuestro territorio”.
Desde su traslado a Texas en febrero, Eduardo ha acumulado faltas en más del 80% de las sesiones. En respuesta a su destitución, el ex diputado argumentó que su ausencia se debe a una “persecución política”. Desde Estados Unidos, ha buscado apoyo en el círculo de Donald Trump para presionar al gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva con el fin de revertir la condena de su padre. Sin embargo, su regreso a Brasil podría complicarse debido a un juicio pendiente por obstrucción a la justicia relacionado con los eventos del 8 de enero de 2023, que podría acarrear una pena de uno a cuatro años de prisión.
Tras su destitución, Eduardo Bolsonaro defendió su actuación y minimizó la pérdida de su cargo, afirmando que “valió la pena” y que logró que “por primera vez” los dictadores enfrentaran consecuencias reales. En un video publicado después de su destitución, insistió: “Aunque haya personas que digan que estoy en Estados Unidos por elección propia, les digo: valió la pena, valió mucho la pena haber conseguido por primera vez que esos dictadores pagaran consecuencias reales”.
Además, el hijo del ex presidente afirmó haber influido en la decisión de Trump de aumentar en un 50% los aranceles a productos brasileños, una medida que el ex mandatario justificó como respuesta a la “caza de brujas” contra su aliado. Sin embargo, gran parte de esos incrementos fue posteriormente revertida tras negociaciones entre Trump y Lula.
Por su parte, Lula ha reafirmado su intención de buscar la reelección en 2026, mostrando confianza ante posibles candidaturas del bolsonarismo. En una reciente declaración en Brasilia, afirmó: “No voy a juzgar a los hijos o a la esposa de Bolsonaro, porque el dato concreto es que vamos a ganar las elecciones”.

