La calidad del sueño puede verse afectada por el estado de la almohada, que puede acumular ácaros, sudor y bacterias. Cambiarla regularmente es fundamental para mejorar el descanso.
¿Cada cuánto hay que cambiar la almohada?
Los especialistas en higiene del sueño sugieren que es recomendable reemplazar la almohada cada 1 a 2 años, aunque esto puede variar según el tipo de material y el uso que se le dé. Es importante estar atento a ciertas señales que indican que es necesario cambiarla antes de este período, como la presencia de manchas, olores desagradables o una pérdida de soporte.
¿Por qué es importante cambiar la almohada?
Con el paso del tiempo, las almohadas pueden acumular una gran cantidad de suciedad, sudor y microorganismos, lo que puede tener un impacto negativo en la salud. Algunas de las consecuencias de utilizar una almohada envejecida incluyen:
- Alergias: La acumulación de ácaros del polvo puede provocar reacciones alérgicas.
- Problemas respiratorios: La presencia de bacterias y hongos puede afectar la calidad del aire que se respira durante el sueño.
- Dolores de cuello y espalda: Una almohada que ha perdido su forma y soporte puede contribuir a problemas musculoesqueléticos.
¿Cómo hacer que tu almohada dure más?
Para prolongar la vida útil de la almohada y mantenerla en condiciones óptimas, se pueden seguir algunas recomendaciones:
- Usar fundas protectoras: Estas pueden ayudar a prevenir la acumulación de suciedad y humedad.
- Lavar regularmente: Es aconsejable lavar la funda de la almohada y, si es posible, la almohada misma, siguiendo las instrucciones del fabricante.
- Secar adecuadamente: Asegúrate de que la almohada esté completamente seca después de lavarla para evitar la formación de moho.
- Evitar el uso excesivo: No uses la almohada para otros fines, como sentarse o apoyarse, ya que esto puede deformarla.
Es fundamental prestar atención a la condición de la almohada, ya que su estado puede influir significativamente en la calidad del sueño y, por ende, en la salud general.


