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La fragilidad humana: el futuro de nuestro cerebro en la era de la inteligencia artificial

Explorando la vulnerabilidad humana: el encogimiento cerebral y su futuro incierto.
Explorando la vulnerabilidad humana: el encogimiento cerebral y su futuro incierto.

A medida que la evolución avanza, los cambios en nuestra anatomía cerebral podrían redefinir nuestra capacidad de adaptación.

La humanidad se considera una especie dominante en el planeta, gracias a la notable evolución de su cerebro a lo largo de millones de años. Sin embargo, esta supremacía es más frágil de lo que se podría pensar. Para entender esta fragilidad, es esencial dimensionar la biomasa total del planeta, que se estima en 546 mil millones de toneladas de carbono. De esta cantidad, la biomasa animal representa solo 2 mil millones de toneladas. Los humanos constituyen apenas el 2,5% de la biomasa animal, lo que equivale a un 0,01% de la biomasa total de la Tierra, posicionándose como una de las especies más pequeñas en comparación con otros grupos como artrópodos, peces, anélidos, moluscos, cnidarios y ganado.

Pedro Maldonado, biólogo y magíster en ciencias biológicas de la Universidad de Chile, así como profesor titular del Departamento de Neurociencias de la Facultad de Medicina de la misma universidad y doctor en fisiología por la Universidad de Pennsylvania, explora esta temática en su reciente obra titulada “El humano futuro”. En este libro, el autor examina la fragilidad de la especie humana, el futuro de nuestra inteligencia, el desarrollo del cerebro y la relación con la tecnología, en particular con la inteligencia artificial (IA).

Maldonado plantea que uno de los mayores riesgos asociados al cambio climático, que se considera una de las amenazas más significativas para la humanidad, no es la vida en la Tierra en sí, sino la supervivencia de los humanos. En sus palabras, “la gran mayoría de los animales y plantas han sobrevivido a varios eventos catastróficos. Lo que está en riesgo, más bien, es la vida humana y la vida de algunos otros grandes organismos, pero la vida como tal continuará independientemente de los errores que podamos cometer”.

En una entrevista con BiobioChile, el biólogo reflexiona sobre la inteligencia y el futuro, analizando cómo el cuerpo y la mente podrían transformarse debido al rápido avance científico y tecnológico, lo que pone a prueba las características que nos definen como “humanos”. Maldonado advierte que, a medida que se desarrolla la tecnología, se reduce el uso del cerebro, lo que podría llevar a una disminución de su tamaño y, por ende, de nuestra inteligencia. Sin embargo, aclara que esto solo ocurrirá si se permite que suceda: “si somos lo suficientemente inteligentes, superaremos este desafío”.

Investigaciones recientes indican que el cerebro de los Homo sapiens ha disminuido de tamaño en los últimos 100 mil años, con cráneos actuales que son un 12,7% más pequeños que los de los humanos que vivieron durante la última edad de hielo. La preocupación de Maldonado es que, si no se utiliza el cerebro, su tamaño podría reducirse aún más. “Si no lo usamos para nada, se va a achicar el cerebro, entonces ahí hay una decisión que hacer como individuo, como sociedad, en la medida en que la tecnología nos reemplaza en nuestra actividad física”, explica.

En su libro, también sugiere que si la tendencia de delegar nuestras habilidades cognitivas a dispositivos externos continúa en aumento, y al mismo tiempo dejamos de utilizar nuestro cerebro en desafíos cognitivos, la posibilidad de que se produzca una reducción de nuestro cerebro podría hacerse realidad.

Maldonado señala que el problema radica en que algunas personas eligen mantener una actividad mental constante y desafiante, mientras que otras optan por no hacer nada. “Ese es uno de los escenarios, que haya una diferencia muy grande, mucha gente inteligente y gente que no lo es, aunque igual digamos que está feliz”, plantea. Sin embargo, también menciona que la tecnología podría permitir a las personas aprovechar su tiempo libre, lo que podría llevar a experimentar cosas nuevas y, en consecuencia, aumentar nuestra inteligencia.

El concepto de “inteligencia general” es fundamental en la discusión sobre la inteligencia artificial. Esta inteligencia general se refiere a la capacidad de poseer habilidades cognitivas múltiples que permiten resolver una variedad de problemas, lo que nos distingue de las máquinas. Maldonado explica que “nosotros nos movemos, somos autosuficientes, podemos comer y mantenernos vivos con nuestra inteligencia. A una máquina se le quema un tubo, un transistor o una fuente de poder y se murió, se acabó esa inteligencia artificial”.

Los algoritmos de la IA están diseñados para resolver un tipo específico de problemas, pero los expertos están comenzando a hablar de “inteligencia artificial general”, que implicaría que los algoritmos pudieran aprender de manera autónoma para abordar problemas de diversas naturalezas. Aunque este avance aún no se ha logrado, hay un optimismo creciente sobre su posible consecución. Maldonado plantea que esto puede ser un riesgo, pero solo si se permite que lo sea. “Puede ser más inteligente, sí, pero porque yo lo manejo, yo lo controlo, lo uso, etcétera, entonces puede ser más inteligente y puede ser inteligente general, pero a menos que tenga una autonomía de funcionamiento como los seres vivos, siempre va a estar bajo el control humano y al final es cosa de enchufarlo y ya está”.

A pesar de que algunos de los principales desarrolladores de IA han advertido sobre los peligros que esta tecnología podría representar para la humanidad, Maldonado adopta una postura más optimista y aboga por la creación de políticas adecuadas. “Aristóteles decía que la escritura iba a matar la mente humana, porque los pensamientos ya no se iban a hablar, se iban a escribir. Entonces, desde esos tiempos, cada vez que hay una tecnología nueva, lo primero que nos genera es ansiedad”, explica.

El biólogo sugiere que este discurso catastrofista genera ansiedad en lugar de entusiasmo por las oportunidades que la tecnología puede ofrecer. “Hay que mirar en ese largo plazo y decir ¿cómo vamos a aprovechar esta oportunidad? Pero para aprovecharla hay que educar, y es un rol súper importante que requiere normativas, pero también requiere un espíritu de cómo lograr esas ventajas de la tecnología sin solamente verse afectado por las desventajas”.

Maldonado anticipa que el cerebro será fundamental en el futuro, ya que después de la revolución de la IA, se vivirá otra revolución con la neurotecnología, donde se producirá una fusión entre dispositivos electrónicos, inteligencia artificial y el cerebro humano. En este contexto, no hay razón para temer, ya que “lo que ha hecho la humanidad a lo largo de su historia es tomar herramientas y tratar de usarlas de una manera que nos entregue mayor beneficio”.

Por lo tanto, es crucial desarrollar la tecnología como una herramienta bajo nuestro control, protegiendo la integridad de los humanos. En este sentido, se están debatiendo temas como los “neuroderechos” en Chile, que representan un desafío jurídico que debe considerar y generar un equilibrio entre la neurotecnología, sus implicaciones éticas y los derechos humanos. Según Maldonado, lo esencial es preservar aquello que nos hace humanos, que en el ámbito científico se traduce en nuestra actividad cerebral. En la última página de “El humano futuro”, se afirma: “Si bien las máquinas y la IA pueden aumentar nuestras capacidades y contribuir al progreso de la civilización, no pueden reemplazar lo irremplazable. La esencia de nuestra humanidad, con su libre albedrío, sentido de agencia y la rica vida interior que nos define, sigue siendo la base de nuestra especie.”

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