
La satisfacción vital ha sido objeto de estudio durante años, y hasta hace poco se creía que seguía una curva en forma de sonrisa: alta en la juventud, descendía durante la mediana edad, especialmente en la llamada crisis de los 40, y luego volvía a aumentar en la vejez. Sin embargo, un reciente estudio publicado en la revista científica PLOS One indica que esta tendencia ha cambiado drásticamente. Este estudio no sugiere que la crisis de los 40 haya desaparecido, sino que ahora se observa un fenómeno diferente, identificado como “la joroba de la infelicidad”, que se presenta más temprano, con niveles elevados de infelicidad en las edades jóvenes, y tiende a disminuir a medida que avanza la vida.
El estudio internacional reveló un deterioro significativo en la salud mental de los jóvenes, especialmente entre las mujeres menores de 25 años, lo que ha desplazado el mayor malestar hacia etapas mucho más tempranas de la vida. Según los autores del estudio, esto es una de las principales causas del aumento de ingresos hospitalarios entre los jóvenes.
El Informe Nacional sobre Calidad y Disparidades en la Atención Médica 2022 señala que en Estados Unidos, entre 2016 y 2019, las tasas de visitas a urgencias con un diagnóstico principal relacionado con problemas de salud mental aumentaron en el grupo de 0 a 17 años, de 784,1 por cada 100,000 habitantes a 869,3 por cada 100,000 habitantes. Además, se destacó que el suicidio se ha convertido en la cuarta causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años en Estados Unidos.
El estudio se basó en una metodología robusta que incluyó encuestas realizadas en el Reino Unido como parte del proyecto Global Minds, abarcando un total de 44 países. Los investigadores analizaron datos de 10 millones de adultos recopilados entre 1993 y 2024, obtenidos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). En el caso del Reino Unido, se utilizaron datos del Estudio Longitudinal de Hogares, que sigue el curso de la vida de 40,000 hogares desde 2009 hasta 2023. Además, se aportaron datos de Europa, América Latina y otras regiones, con registros que abarcan de 2020 a 2025.
Los análisis incluyeron tanto representaciones gráficas como modelos de regresión para identificar tendencias en el bienestar emocional a lo largo de la edad. Los resultados mostraron la desaparición de la “joroba de la infelicidad” que se había aislado en estudios anteriores. Los gráficos revelaron que el malestar psicológico comienza a aumentar en la adolescencia, alcanzando un pico característico. Esta tendencia se replica a nivel global, lo que sugiere un cambio estructural en la población mundial, con un impacto notable en quienes presentan mayores niveles de infelicidad en comparación con otros grupos demográficos.
Los cambios generacionales y factores sociales indican que este fenómeno se ha acelerado entre 2012 y 2019. Alex Bryson, profesor de ciencias en el Instituto de Investigación Social de la Universidad de Londres y autor del estudio, señaló a SINC que “el declive comenzó hace bastante tiempo, aunque se aceleró alrededor de 2015 debido a un efecto acumulativo que cambió el perfil de la población entre 2018 y 2019”. También destacó que “los cambios son más pronunciados en las economías avanzadas de habla inglesa, siendo menos evidentes en lugares como África”.
En cuanto a las posibles causas de este cambio, los autores sugirieron que el contexto social y las transformaciones en las oportunidades de vida han desempeñado un papel fundamental. Entre los factores señalados se encuentran el largo plazo de la Gran Recesión, las perspectivas laborales, los efectos de la pandemia de COVID-19, la limitada financiación de servicios y el auge de Internet y las redes sociales. Aunque no permite establecer relaciones causales directas, consideran que estos elementos han contribuido a la sostenida infelicidad entre los jóvenes.
No obstante, el propio equipo de investigación advirtió sobre las limitaciones de su trabajo. El diseño transversal, basado en repetidos autoinformes, implica que las percepciones subjetivas de los participantes pueden influir en los resultados. Además, la falta de contextos específicos detallados para cada país limita la capacidad de hacer observaciones precisas. “Nuestro estudio demuestra que en los últimos años ha habido un cambio significativo. Conocer estos aspectos es uno de los temas centrales de las investigaciones actuales en curso”, concluyeron los investigadores.