
El avance del dengue y otros virus transmitidos por mosquitos ha convertido al Aedes aegypti en el eje central de las estrategias de salud pública en América Latina, donde la prevención se establece como uno de los principales escudos. El Día Internacional contra el Dengue, que se conmemora cada 26 de agosto, centra la atención sobre este insecto, señalado por especialistas e instituciones médicas en campañas sanitarias como responsable de un alto impacto en la salud humana. Este vector eficiente, adaptado al entorno urbano, ha establecido una manera sostenida de proliferarse en ciudades y áreas periurbanas, aprovechando cualquier recipiente artificial para reproducirse. De acuerdo con la Universidad Harvard, basta una pequeña cantidad de agua limpia en objetos como baldes, floreros, ruedas o canaletas para formar criaderos. El ciclo vital del mosquito se completa en un periodo de siete a diez días, y la fase adulta puede prolongarse hasta seis semanas. Este mosquito se destaca por su pequeño tamaño, así como por las bandas blancas y negras en sus patas y el dibujo en forma de lira en su tórax. Sus hábitos son principalmente diurnos, mostrando mayor actividad al amanecer y al atardecer. Su adaptación a ambientes domésticos lo ha transformado en el protagonista de la transmisión de dengue, así como de otros virus como el Zika, la fiebre amarilla y el chikungunya, según explicó MedlinePlus.
En cuanto a los brotes históricos, entre 2023 y mediados de 2024, se registraron más de 13 millones de casos, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). En Argentina, el Ministerio de Salud confirmó 600,000 infecciones en ese periodo, consolidando cifras récord. El alza en los contagios responde a condiciones ambientales como lluvias intensas y temperaturas elevadas, así como a factores sociales como la migración, la urbanización acelerada y la falta de infraestructura. Los síntomas suelen incluir fiebre alta, dolor de cabeza, molestias musculares y articulares, náuseas y erupciones cutáneas. Solo una parte de los infectados desarrolla síntomas, y de aquellos que enferman, cerca de un 20% puede evolucionar hacia formas graves que incluyen hemorragias, falla orgánica y riesgo de muerte. Los grupos más expuestos a complicaciones son los niños, los adultos mayores y las embarazadas que han tenido la enfermedad anteriormente.
Ante la ausencia de tratamientos antivirales específicos, la prevención se centra en la protección personal y en medidas de control en el hogar, que constituyen herramientas eficaces. Mayo Clinic recomienda limpiar y vaciar semanalmente todos los recipientes que acumulen agua, eliminar aquellos que estén en desuso y mantener patios, jardines y balcones libres de humedad. Se aconseja el uso de repelentes como DEET, Icaridina e IR3535, así como el uso de ropa clara y de manga larga, y la utilización de mosquiteros en puertas, ventanas y cunas. Cerrar correctamente los depósitos y vigilar los reservorios resulta una rutina esencial durante todo el año. En este sentido, el doctor Tomás Orduna, médico infectólogo tropicalista y exjefe de Medicina Tropical y Viajero del Hospital Muñiz, así como miembro del Comité Científico de la Fundación Mundo Sano, precisó: “Si bien es imposible predecir la ocurrencia de posibles nuevos brotes, no debemos relajarnos. El hecho de que el último verano la situación haya estado medianamente controlada ha demostrado que el mosquito puede sobrevivir a los inviernos, por lo que es recomendable prepararnos para la próxima temporada implementando todas las medidas que estén a nuestro alcance”.
La expansión del mosquito Aedes aegypti se ha visto favorecida por el cambio climático, que ha permitido una expansión inédita de este vector. Las altas temperaturas acortan el tiempo de reproducción y habilitan regiones que previamente no eran afectadas por el dengue. El aumento en el almacenamiento domiciliario de agua también multiplica las oportunidades de reproducción del mosquito. Además, la movilidad poblacional desordenada dificulta el control vectorial, según Harvard. “Esto lo hace singularmente peligroso, ya que tiene la capacidad de adaptarse a entornos urbanos. No necesita selvas ni lagunas: una terraza descuidada o un patio soleado son suficientes. Las enfermedades que transmite son ya tropicales, urbanas y metropolitanas a nivel global”, precisó Marcelo Quipildor, infectólogo del servicio de infectología del Público Materno Infantil Salta San Vicente Paul, en Orán, Salta. Orduna, por su parte, apuntó: “Aunque no contamos con un tratamiento específico para estas enfermedades, sí podemos detener la transmisión. Esto exige vigilancia permanente del comportamiento del vector, acceso equitativo a la vacunación y una conducta social responsable. La responsabilidad no recae solo en el Estado: comienza en el hogar”.
En el ámbito preventivo, también es importante mencionar que desde noviembre está disponible la vacuna tetravalente de Takeda. La administración de esta vacuna requiere una valoración médica, considerando la edad, la salud general y los antecedentes clínicos y epidemiológicos de la zona de residencia. Esta vacuna proporciona protección contra los cuatro serotipos del virus, independientemente de si la persona ha tenido la enfermedad previamente. Según Mayo Clinic, “millones de infecciones ocurren anualmente en el mundo, siendo más frecuentes en el sudeste asiático, las islas del Pacífico occidental y África. Sin embargo, se ha propagado a nuevas zonas, incluidos locales en Europa y Estados Unidos”. La misma entidad señala que “las zonas comunes son las mejores para prevenir, evitando picaduras y reduciendo la población de mosquitos”. En este contexto, el futuro del combate contra otras enfermedades transmitidas por mosquitos depende de la incorporación de tecnologías innovadoras y del compromiso social para aplicar las recomendaciones establecidas.