Ablutofobia: un trastorno de ansiedad que provoca miedo intenso al baño. Conoce sus síntomas, causas y cómo abordarlo con terapia adecuada.
Aunque para muchas personas tomar una ducha al final de un día agotador puede ser un momento de relajación y renovación, hay un grupo reducido de individuos que no experimenta esta actividad de la misma manera debido a un trastorno poco común conocido como ablutofobia. Este término proviene de la palabra “ablución”, que la Real Academia Española define como “lavatorio ritual del cuerpo o de una parte de él con el fin de purificarlo” o simplemente “lavatorio, lavado, enjuague”. La combinación de esta palabra con el sufijo “fobia”, que indica un miedo o temor, da lugar a la ablutofobia.
A pesar de que el conocimiento sobre este trastorno es limitado, es posible que algunas personas lo hayan observado, especialmente en bebés y niños pequeños. En estos casos, la ablutofobia se manifiesta a través del llanto intenso de los niños cuando se les lleva a bañarse, lo que puede resultar en berrinches y gritos desmedidos. Según la psicóloga Camila Soto de Clínica Bupa Santiago, “es una fobia específica que se clasifica dentro de los trastornos de ansiedad”. Soto añade que, aunque a primera vista pueda parecer una simple aversión a actividades como bañarse o lavarse, para quienes la padecen, representa un miedo intenso y persistente que interfiere significativamente con su vida diaria.
La especialista Carolina Lorca de IntegraMédica complementa esta información al señalar que, como ocurre con otras fobias, el intenso miedo o “terror” provoca una evitación de la acción o de la situación relacionada, lo que puede causar un perjuicio en la vida de la persona afectada. Para que se considere ablutofobia, es necesario que el individuo sienta que este miedo no se origina de un peligro real inminente, sino que es irracional y persistente, manteniéndose durante al menos seis meses.
En cuanto a la predisposición a desarrollar ablutofobia, las expertas indican que, aunque no existen estadísticas precisas, este trastorno tiende a ser más común en niños de entre 7 y 11 años y en mujeres, quienes son más propensas a experimentar trastornos de ansiedad en general. Sin embargo, también se han documentado casos en hombres y en personas de mayor edad. Lorca explica que el miedo a bañarse en la adultez puede estar relacionado con experiencias traumáticas previas o con un funcionamiento altamente ansioso, donde se proyectan fantasías catastróficas irracionales y dañinas en la actividad de bañarse. Además, la percepción del acto de lavarse como un símbolo de “catástrofe” puede surgir de una asociación con un evento único pero de alta carga emocional que conlleva una pérdida de control, ya sea por patrones familiares o por otros trastornos de ansiedad.
Los síntomas de la ablutofobia son variados y se manifiestan de manera específica. Según Lorca, las personas que padecen este trastorno experimentan sentimientos de pánico, horror o terror al enfrentarse a la situación de lavarse o bañarse. A pesar de que son conscientes de que su miedo es irracional y que no hay una amenaza real, pueden experimentar reacciones automáticas que dominan sus pensamientos. Además de evitar el baño, la fobia presenta características similares a otros trastornos de ansiedad, como palpitaciones rápidas, dificultad para respirar, mareos, temblores y un deseo abrumador de huir de la situación.
La evitación del baño durante períodos prolongados puede tener consecuencias negativas para la salud. Según el dermatólogo Héctor Fuenzalida de IntegraMédica, esta situación puede llevar a la acumulación de “bacterias, hongos, parásitos y otros elementos tóxicos, así como productos contaminantes en la piel”. Esto puede resultar en irritaciones cutáneas e incluso infecciones, que pueden manifestarse como acné, sarpullidos y mal olor.
Para quienes enfrentan la ablutofobia, existen algunas técnicas que pueden ser útiles de manera temporal. Por ejemplo, la dermatóloga Carmen Gloria Fuentes de Clínica Ciudad del Mar menciona que, en el caso de pacientes que no pueden bañarse por razones médicas, se les puede recomendar el uso de una esponja humedecida con jabones tipo syndet, conocidos como “jabones sin jabón”, que se aclaran con otra esponja con agua. También se pueden utilizar toallas húmedas para el cuerpo y champús en seco para la limpieza del cabello. Sin embargo, los profesionales coinciden en que lo más efectivo es buscar un tratamiento de salud mental para abordar el trastorno.
La psicóloga Camila Soto sugiere que la ablutofobia se trata principalmente con terapia cognitivo-conductual (TCC). Este enfoque terapéutico ayuda a las personas a enfrentar gradualmente su miedo, comenzando con pequeños pasos, como imaginarse en la situación temida, hasta llegar al acto de bañarse. La clave de este tratamiento radica en reprogramar los pensamientos irracionales que generan el miedo.


