
La convivencia diaria con los teléfonos móviles va mucho más allá de la simple comunicación. Estos dispositivos son manipulados constantemente y se trasladan a lo largo del día entre el hogar, el transporte, los espacios de trabajo, los restaurantes e incluso los baños. En este contexto, los teléfonos móviles se convierten en auténticos reservorios de microorganismos. Desde una perspectiva de salud, el hallazgo es contundente. Según un artículo de Meena Jha, responsable del Área de Tecnología y Pedagogía de la Universidad de Australia, publicado en The Conversation, se explica que “cuando hisopan y buscan microorganismos, los científicos inevitablemente encuentran cientos de especies de bacterias y virus”. No todos estos agentes son patógenos, pero la potencialidad de contagio es significativa, dado que muchas personas “usan el baño, luego se acercan la boca, tocan al comer, pasan por reuniones, cafés, fiestas y aulas”. A diferencia de las manos, que se lavan de forma reiterada a lo largo del día, recalca que “los teléfonos raramente se limpian correctamente, si es que se limpian en absoluto”.
Los riesgos asociados a los tipos de móviles son evidentes. El uso cotidiano en ambientes tan disímiles como hospitales o comedores incrementa el espectro de microorganismos que pueden hallarse en su superficie. Health Partners, una organización médico-hospitalaria de EE. UU., señala que la vida cotidiana “está llena de bacterias, virus, hongos y otros gérmenes microscópicos —tanto inofensivos como dañinos— que conviven con nosotros”. Esta coexistencia de organismos no representa siempre un riesgo directo para la salud, pero sí está aceptada la presencia de causantes de resfríos, gripe, RSV, gastroenteritis, Shigella, Giardia, Streptococcus, MRSA y E. coli. La circulación de estos microorganismos significa que “tener tu teléfono automáticamente te puede hacer enfermar”, indica Health Partners, que señala que “si tocas tu cara o nariz, has facilitado que esos gérmenes encuentren un camino hacia tu cuerpo”.
El intento de desinfección con productos domésticos puede generar riesgos para la integridad del dispositivo. Se advierte que limpiadores como la lejía, el peróxido de hidrógeno, el vinagre, los aerosoles y el alcohol en alta concentración (superior al 70%) están oficialmente desaconsejados por los principales fabricantes. Estas sustancias pueden degradar los recubrimientos protectores, dañar los sellos resistentes al agua y afectar la sensibilidad táctil. Los métodos recomendados para una limpieza efectiva y segura requieren el uso de materiales y técnicas validadas por los fabricantes. El proceso básico comienza desconectando el equipo y retirando fundas y accesorios. La sugerencia central es: “La mayoría de las empresas tecnológicas recomiendan usar toallitas de isopropílico al 70% (no más), paños suaves de microfibra y cepillos antiestáticos con cerdas blandas de nylon o pelo de caballo o cabra para las áreas delicadas, como rejillas, parlantes y puertos de carga”.
Se aconseja un paso previo indispensable: “Antes de empezar la limpieza, quita la funda (si usas una). Luego toma un paño limpio y seco, pulveriza y humedece ligeramente con agua destilada (del grifo puede contener minerales que rayen)”. Se insiste en que no se deben pulverizar líquidos directamente sobre el dispositivo y se desaconseja sumergir cualquier tipo de solución, aunque cuente con certificación de resistencia al agua, ya que los protectores pueden deteriorarse con el tiempo.
En cuanto a la frecuencia de limpieza, aunque no existe una frecuencia universal, se propone realizarla de manera semanal como mínimo, aumentando la periodicidad en caso de mayor exposición bacteriana. Es recomendable integrar este hábito al mismo nivel que el lavado de manos y se sugiere evitar el uso de papel de cocina, pañuelos o trapos ásperos, optando por alternativas más adecuadas. También resulta fundamental limpiar incluso aquellos dispositivos de tela o cuero, que requieren cuidados específicos para la transferencia de acumulados: “Después de limpiar el teléfono, déjalo secar unos minutos mientras limpias rápidamente la funda”, indica Health Partners. La correcta aplicación de estos criterios, basados en especificaciones y estudios, permite mantener los dispositivos libres de infecciosos y evitar fallos técnicos por inadecuadas prácticas de limpieza.