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Estudio revela que perros superan a gatos en capacidad cognitiva y procesamiento de información compleja

Explorando la inteligencia de perros y gatos: ¿quién es el verdadero genio?
Explorando la inteligencia de perros y gatos: ¿quién es el verdadero genio?

El debate sobre cuál es más inteligente, si el perro o el gato, ha generado un considerable número de estudios en el ámbito del comportamiento animal y la psicología comparada. Estos análisis han demostrado que cada especie desarrolla capacidades cognitivas específicas que les permiten adaptarse de manera eficiente a sus contextos naturales y sociales. Las investigaciones académicas han documentado diferencias significativas en la comunicación, la resolución de problemas y las estrategias utilizadas por ambas especies. Estas diferencias no indican una desigualdad en inteligencia, sino que reflejan distintos tipos de inteligencia que han evolucionado en función de sus relaciones con los humanos y sus necesidades para sobrevivir y prosperar.

Un estudio previo analizó el cerebro de varias especies carnívoras y concluyó que los perros poseen un número significativamente mayor de neuronas en la corteza cerebral en comparación con los gatos. Según los datos, los perros pueden tener hasta el doble de neuronas corticales que los gatos. La región del cerebro asociada a funciones superiores, como la percepción, la toma de decisiones y la planificación, en el caso de los perros, se sitúa en torno a los 500 millones de neuronas, mientras que en los gatos ronda los 250 millones. Esta diferencia sugiere que los perros podrían tener una mayor capacidad para procesar información compleja, aunque los autores del estudio advierten que este es solo un factor que determina la inteligencia. A pesar de que los perros presentan una mayor cantidad de neuronas, los resultados implican que podrían carecer de habilidades sofisticadas en comparación con los gatos.

Ambas especies han demostrado ser notables en la resolución de problemas en diferentes entornos y se comunican mediante comportamientos complejos. Un estudio publicado en Frontiers in Neuroanatomy también menciona que factores como la estructura cerebral, la experiencia individual y el entorno influyen en el desarrollo cognitivo, lo que se manifiesta de formas distintas a las observadas, sin depender únicamente de la cantidad de neuronas corticales.

La comunicación es otro aspecto clave en la comparación entre gatos y perros. Los científicos han planteado que ambas especies pueden interpretar gestos humanos, como la señalización con el dedo para indicar la ubicación de un objeto o alimento. En experimentos de elección de objetos, tanto perros como gatos lograron encontrar comida oculta siguiendo las indicaciones de una persona, mostrando un rendimiento general significativo. Sin embargo, los expertos identificaron que la forma en que buscan atención humana varía entre las especies. Cuando se enfrentan a un problema que resolver, los perros suelen mirar a su dueño y alternar la mirada hacia la persona, lo que puede ser interpretado como una solicitud de ayuda. En cambio, los gatos muestran menos tendencia a buscar la atención humana y tienden a persistir más tiempo intentando resolver el problema por sí mismos.

Un estudio en Animal Cognition profundizó en la referencia social y encontró que los gatos y perros alternan su atención, pero la frecuencia y duración de esta alternancia dependen de la disponibilidad del humano para la interacción visual. Cuando el tutor está atento, los animales inician contacto visual rápidamente y lo mantienen durante un tiempo. Según los investigadores, “la alternancia indica que el animal ve afectada su atención visual”.

Las estrategias cognitivas de independencia felina y sociabilidad canina fueron comparadas en diversas investigaciones. Los gatos tienden a ser más independientes, mientras que los perros son más persistentes cuando enfrentan una tarea difícil. En situaciones donde el acceso a un objeto se vuelve imposible, los gatos dedican el mismo esfuerzo en buscar ayuda, mientras que los perros, tras un primer intento fallido, recurren rápidamente al objeto. Esta diferencia se atribuye a la historia evolutiva de ambos, donde los descendientes de los perros, que eran animales cazadores en grupo, desarrollaron una predisposición a la cooperación con los humanos, mientras que los gatos, que en el pasado eran más solitarios, conservan una mayor autonomía en la resolución de problemas.

La evidencia científica converge en la conclusión de que no hay un superior en inteligencia en un sentido absoluto, sino que se expresan diferentes tipos de inteligencia. Los estudios destacan que la ciencia invita a valorar la diversidad de cada especie y reconoce las formas singulares en que interactúan con los humanos.

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