Luis Arce reitera la demanda marítima de Bolivia a Chile, mientras Boliviamar, una salida al mar olvidada, enfrenta abandono y falta de desarrollo turístico.
En marzo de 2023, el presidente de Bolivia, Luis Arce, se pronunció sobre la histórica demanda de su país hacia Chile en busca de una salida soberana al mar. Arce instó a ambas naciones a dejar atrás las heridas del pasado y a reanudar el diálogo sobre un reclamo que calificó como “irrenunciable”. Este conflicto ha sido objeto de atención internacional, llegando incluso a la Corte Internacional de Justicia de La Haya en 2013. Después de un proceso que se extendió por cinco años, el tribunal emitió su fallo en 2018, en el que desestimó los argumentos bolivianos y determinó que Chile no tiene la obligación de negociar un acceso soberano al Océano Pacífico, con un resultado de doce votos a favor y tres en contra.
Sin embargo, un aspecto menos conocido es que Bolivia cuenta con acceso al mar a pocas horas de su capital, La Paz. Esta salida costera fue cedida por Perú hace 32 años y, desde entonces, ha permanecido en un estado de abandono. En 1992, el entonces presidente peruano Alberto Fujimori y el exmandatario boliviano Jaime Paz Zamora firmaron un acuerdo que otorgaba a Bolivia el uso de una franja costera de cinco kilómetros conocida como Boliviamar, ubicada al sur de la carretera que recorre el litoral peruano. Este acuerdo, que tenía una duración de 99 años, fue visto como un paso significativo para fortalecer las relaciones comerciales y turísticas entre ambos países, ofreciendo a Bolivia una salida al mar tras más de un siglo sin acceso al Océano Pacífico. Además, el proyecto contemplaba la creación de una zona franca industrial y la posibilidad de utilizar instalaciones portuarias.
Paz Zamora describió este acuerdo como “una gran victoria nacional, por volver a ser un país marítimo”, destacando las expectativas de un futuro prometedor para Bolivia, que incluía la construcción de un puerto avanzado, terminales de carga, hoteles y restaurantes. Sin embargo, el tratado no confería soberanía a Bolivia sobre la franja costera, limitando su uso a fines turísticos. A pesar de la celebración inicial, la realidad ha sido muy diferente, ya que la dependencia de Bolivia respecto a Chile para su acceso al océano no se ha visto mitigada.
El abandono de Boliviamar ha sido evidente, con la desilusión que ha acompañado a este proyecto. En la actualidad, lo único que se puede observar en la franja costera es una escultura de más de 20 metros que representa a dos mujeres, una mirando hacia el Océano Pacífico y la otra hacia Bolivia. Esta escultura, que simbolizaba la unión entre ambos países, se encuentra en un estado de deterioro. En 2017, el cónsul boliviano en Ilo, David Herrada, comentó sobre la falta de conocimiento y promoción del proyecto, señalando que “lamentablemente, las poblaciones aledañas peruanas como las de Bolivia no nos enteramos bien del proyecto. Todo el mundo piensa que Boliviamar se hizo para (construir) un gran puerto. Pero, en realidad, es turismo”.
El acceso a la playa también ha sido un obstáculo para su desarrollo turístico. Para llegar a la costa, es necesario descender por una empinada pendiente, lo que dificulta el acceso para personas mayores o familias con niños pequeños. Aunque algunos turistas visitan la zona ocasionalmente, la falta de mantenimiento y limpieza es evidente, con residuos como botellas de plástico y restos de comida esparcidos por la franja costera. Además, la ausencia de servicios como restaurantes o alojamientos hace que Boliviamar no sea un destino atractivo.
Los planes para desarrollar proyectos portuarios nunca se concretaron, debido a la falta de inversión y a la carencia de un plan adecuado para el desarrollo de la playa. Las actividades en la zona son prácticamente inexistentes, ya que un pequeño porcentaje de empresarios bolivianos utiliza esta costa, debido a que las tarifas son considerablemente más altas que en los terminales chilenos. En contraste, los pescadores peruanos han encontrado en esta franja una oportunidad, aprovechando las rocas para establecer criaderos naturales de peces.
Con 67 años restantes en el acuerdo de Boliviamar, Herrada ha propuesto varias soluciones para revitalizar el turismo en la zona, como la construcción de un rompeolas, la mejora del acceso para personas con movilidad reducida y la ampliación del área de baño. Sin embargo, ha señalado que estas iniciativas podrían costar más de 200 millones de dólares al gobierno peruano, dado que la soberanía sobre la franja sigue siendo peruana. Herrada también destacó que, si Bolivia pudiera aprovechar Boliviamar como un puerto relevante, esto podría generar un desarrollo significativo, sugiriendo que “si en este momento estamos beneficiando a la hermana república de Chile con entre US$9.000 millones y US$10.000 millones de dólares anuales, sólo con exportar o importar por Ilo una tercera parte, ya serían US$3.000 millones que con seguridad traerían un gran desarrollo a esta ciudad”. Las autoridades bolivianas continúan convencidas de que, si Boliviamar se convierte en un puerto funcional, la demanda aumentaría y la playa podría transformarse en un destino turístico atractivo.


