Juan Parrochia, arquitecto visionario, diseñó el Metro de Santiago, un orgullo nacional desde 1969, transformando la movilidad urbana en la capital chilena.
El Metro de Santiago es un símbolo de orgullo nacional en Chile, y su historia se remonta a la visión y el trabajo de Juan Parrochia, un arquitecto que desempeñó un papel fundamental en la creación de este sistema de transporte. Parrochia fue el encargado de diseñar las primeras 15 estaciones de la red, que comenzó a operar en 1975, con el tramo San Pablo–La Moneda. Su trabajo se inició en un contexto donde la movilidad urbana requería soluciones innovadoras y efectivas.
Desde sus inicios, Parrochia mostró una notable capacidad de planificación al desarrollar un enfoque integral que no solo incluía el Metro, sino también la locomoción colectiva y las vías peatonales. Este enfoque fue crucial para abordar las necesidades de transporte de una ciudad en crecimiento. La ética de trabajo de Parrochia fue un factor determinante en la concreción de esta obra monumental, liderando un equipo que enfrentó los desafíos de la movilidad urbana en un momento crítico.
La formación de Juan Parrochia fue clave para su éxito. Se graduó como arquitecto en 1953 en la Universidad de Chile y, convencido de la necesidad de un transporte público sustentable, realizó viajes a diversas ciudades de Italia, Alemania, Grecia, China y Estados Unidos. Su objetivo era estudiar las redes de metro y la infraestructura vial de estos lugares para aplicar las mejores prácticas en Santiago, una ciudad que enfrentaba un aumento en su densidad poblacional.
María Mercedes Bravo, esposa de Parrochia, destacó en una entrevista que su esposo era un urbanista que siempre consideraba el aspecto humano en sus proyectos. “Cada solución se analizaba, se consultaba, se comprobaba. Tomaba muchos años”, afirmó. Parrochia no solo se preocupó por el diseño técnico, sino que también se aseguró de que su equipo estuviera bien preparado, enviando a muchos a perfeccionarse en Francia. Su enfoque meticuloso y humano fue fundamental para el desarrollo del Metro.
En 1957, tras su regreso a Chile, Parrochia se unió al Ministerio de Obras Públicas y participó en una comisión multisectorial que buscaba construir un tren subterráneo. En 1960, fue nombrado jefe del Plan Intercomunal de Santiago, donde tuvo la responsabilidad de orientar el crecimiento futuro de la ciudad. Durante su tiempo en el Estado, lideró varios proyectos que contribuyeron a la visión sustentable de la ciudad, incluyendo el Aeropuerto Pudahuel y la Autopista Central.
El Metro de Santiago, inaugurado en 1975, fue el resultado de un esfuerzo significativo y una inversión de 780 millones de dólares. Las obras del tramo San Pablo–La Moneda comenzaron el 29 de mayo de 1969, y la red fue inaugurada oficialmente el 15 de septiembre de 1975. A medida que avanzaban las obras, se fueron abriendo nuevas estaciones, ampliando la red y mejorando la movilidad en la ciudad.
El legado de Juan Parrochia se refleja en la forma en que entendió la movilidad y el trazado del tren subterráneo, integrando el desarrollo urbano con un servicio de calidad centrado en las personas. Parrochia expresó que “el Transporte Metropolitano no solamente es un problema que debe resolverse para dar satisfacción a una necesidad de traslado entre un punto de origen y un punto de destino, es también un ‘termómetro’ que nos mide el estado de salud de esa metrópoli”.
Alberto Gurovich, profesor de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, destacó la capacidad de Parrochia para formar un equipo técnico de alta calidad, compuesto por profesionales de diversas disciplinas. La planificación original del Metro contemplaba diferentes trazados para las líneas, que fueron ajustándose a lo largo del tiempo.
Juan Parrochia fue el primer Director General del Metro de Santiago, aunque su permanencia en el cargo fue breve debido a diferencias con un ministro. En 1996, recibió el Premio Nacional de Urbanismo, un reconocimiento a su contribución al desarrollo urbano en Chile. Sin embargo, en sus últimos años, Parrochia expresó su preocupación por el estancamiento del desarrollo urbano, especialmente por el diseño de autopistas urbanas en la década de 1990.
El arquitecto falleció en 2016, dejando un legado imborrable en la infraestructura de transporte de Santiago. Su visión y esfuerzo por crear un sistema de metro que respondiera a las necesidades de la ciudad continúan siendo un referente en la planificación urbana y el transporte público en Chile.


